"¿Estás mirando mis piernas, verdad?" Aunque mi novia estaba a mi lado, la rodeé con mis brazos, le susurré al oído y la masturbé, volviéndola loca con una eyaculación interna. Mi dulce y sádica oficinista, Matsumoto Ichika, me sedujo para que eyaculara con sus hermosas piernas.
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