Cuando la masajista le bajó los pantalones, ¡una vulva sensible quedó al descubierto ante sus ojos! Este trato lascivo, sumado a su erección incontrolable, la impulsó a masturbarse. Incluso le hizo una oferta tentadora: «Si me lames, te haré sexo oral». Si lograba que él alcanzara el orgasmo, tendría relaciones sexuales sin protección con él y eyacularía dentro.
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